Por Deidalí Gómez
Mientras este actor de doblaje me dice con su familiar voz ronca que el sitio donde nació se llama Astapa, Tabasco, pasa una camioneta destartalada, emitiendo en una bocina la grabación: - ¡Tabascoo… Tabascooo, pida sus platanitos!
La coincidencia hace reír de forma estruendosa a Jesse Conde, quien a
pesar de estar por cumplir 60 años el 10 de octubre, conserva la alegría y
espontaneidad de aquel niño que para entretenerse inventaba historietas acerca
de un huerfanito llamado: Cruz, "Hombre Asombroso".
Nos encontramos en un modesto café de la calle Morena, en la Colonia
del Valle, faltan un par de horas para que Jesse ingrese a un estudio de
grabación y practique con sus alumnos, la manera de animar
personajes con la voz. De vez en cuando detendrá la clase para salir a fumar un
cigarrillo o por darle un sorbo al café negro como el que acaba de pedir. Después sabré que los médicos le prohibieron el tabaco y la cafeína porque en el 2010, un tapón en las arterias le causó un infarto cerebral. Tras dos
operaciones y meses de rehabilitación, recuperó su vida habitual y sobre
todo lo más valioso para su carrera: el habla.
Jesse Conde tiene nombre artístico desde que nació, aunque en realidad
no sabe si es tocayo de Jesse James, el bandolero del Viejo Oeste; o de Jesse
Owens el negro que conquistó cuatro oros en las olimpiadas de Berlín 36´. Conde
podría parecer apellido, pero es un nombre que comparten varios miembros en su familia
con lejana descendencia italiana. Prueba de ello es Yuri Conde, su hermano.
El padre de este actor que ha dado acento a personajes como el Duende
Verde, el capitán Barbossa o The Joker, se llamó Jesús Napoleón Pedrero, era el
dueño del cine del pueblo, “El Primavera”, y junto a Doña Guadalupe, quien aún
suena jovial al otro lado del teléfono, administraban un salón donde la gente
llevaba sus sillas para ver la función en una pared blanca. Éste era el sitio
donde Jesse jugaba de pequeño a que era actor e imaginaba que los artistas
estaban justo detrás del lienzo.
Sin presión económica alguna, se mudó a la ciudad de México para
estudiar la carrera de Derecho, aunque en realidad buscaba aprender actuación y
lo hizo por las tardes, en la Academia Andrés Soler. En 1976, recién egresado, tenía
la idea de dedicarse a la comedia, comienza a trabajar en una puesta llamada “Los
Pepenadores” y conoce a actores como Luis de Alba y Jorge Arvizu. A la par hace radionovelas y
tiene su primer contacto con el doblaje.
Sin haber tocado su taza de americano, Jesse cuenta que trabajó haciendo
papeles secundarios en películas como “Lo negro del Negro Durazo” y “De lengua
me como un plato”; en la televisión colaboró en “El tesoro del Saber”. Para este
momento, el corpulento dueño del café sin clientes, decide acomodarse a un
metro de nosotros sin disimulo, quiere escuchar el relato:
“Si tú ves una serie con frecuencia, se te va quedando la voz de los
actores, la gente me decía: - usted habla como… ¿Usted es locutor, actor, o qué
es? Una vez un taxista, me preguntó a qué me dedicaba y luego de explicarle me
pidió que con la voz de Lorenzo Lamas, el de la serie "El Renegado", le dijera: Eres
un cabrón…. Yo nunca quise tener hijos ni casarme, a mis novias yo las cuidaba para
evitar eso. Con mi pareja actual, con quien llevo 25 años, se me cumplió como
yo quería y por azares del destino no tuvimos.”
“Empecé a tomar en la preparatoria por querer encajar con los amigos,
hasta que en algún momento de mi vida, llegué a pensar que no podría vivir sin
alcohol. Perdí coches, me asaltaron… pero
nunca me pasó nada y llevo 12 años sobrio, llegó un día en el que no se me
antojó.”
El Padre Santo o Papadzulli como varios de sus conocidos le llaman en
reciprocidad a Jesse, quien nunca recuerda todos los nombres, usa el habla
rápida y alocada que heredó de su familia, para explicar que no se cuida la voz
ni la garganta, pero sí trata de poner el sentimiento para poder transmitirlo.
La voz es una forma de expresar sus emociones y su habilidad de manejarla es
una herramienta para sobrevivir.
“Mi vida ha sido un show, porque crecí muy independiente, dar clases me
ha enseñado por ejemplo a ser puntual… ¿La mejor edad? Han sido los 30, pero también
los 60 son buenos. Así ha sido la mía vitta.”
1 comentario:
Muy buena entrevista. Jesse Conde es uno de los representantes del buen doblaje en México, el mejor del continente. Abrazos.
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